&Iquest;QuÉ Hacen Los Ceramistas?

Las preguntas directas y sencillas pueden constituir a veces motivo de importantes meditaciones. Así, por ejemplo, la pregunta: ¿Qué hacen los ceramistas?, referida no a los productos que fabrican, sino a las operaciones qjie realizan, nos sitúa ante la necesidad de definir de alguna forma la profesión cerámica y de indicar sus cometidos.
Por descontado que no es fácil relacionar las numerosísimas operaciones que comprende la tecnología cerámica, ni pretendemos hacerlo ahora. Solamente vamos a mirar por el ojo de la cerradura para observar algunas de ellas. En nuestro cuaderno de notas apuntamos: El ceramista muele y mezcla sus minerales, amasa pastas muy diversas, tornea, modela, prensa, dibuja, hace moldes, cuela barbotinas, pinta en cabinas aerográficas, enciende fuego, vigila pirómetros, carga vagonetas, mira a través de microscopios petrográficos, calcula, dibuja gráficas, pesa con básculas o con balanzas de precisión, analiza gases, rompe probetas, funde composiciones, maneja difractómetros, etc., etc.s). Y seguimos anotando operaciones hasta agotar las páginas de nuestro cuaderno. Son muchas las artes y habilidades que se entremezclan y complementan en el mundo de la producción cerámica, y muchos, por tanto, los ingredientes humanos requeridos. Y ahora que ya disponemos de una lista de operaciones, vamos a realizar un ejercicio mental, sencillo y educativo. Consiste en observar una a una las personas que realizan esos oficios y clasificarlas en dos grupos: a) Mis colegas ceramistas, y b) los demás. Es curioso comprobar cómo cada uno de nosotros ha dibujado un círculo y ha colocado dentro de él a las personas del oficio cerámico y fuera de él a las demás. Pero más curiosos y desconcertantes son ¡os criterios que cada uno ha elegido para hacer estas distinciones y para calcular el radio del círculo. El pintor de aerografía, por ejemplo, es ceramista cuando proyecta una barbotina sobre una pieza cerámica, y no lo es cuando proyecta una nube de pintura sobre una chapa de hierro. El operario de la prensa es ceramista cuando prensa una composición silicoaluminosa, y es metalurgista cuando prensa un polvo metálico. Análogas ambigüedades encontraríamos al enjuiciar otros diversos oficios. Si tuviésemos la ocurrencia de excluir del club cerámico a todas aquellas personas cuyos oficios no parecen típica y exclusivamente cerámicos, regresariamos automáticamente a las eras iniciales de las artes del barro. La cerámica, como tantas otras manifestaciones del arte o de la tecnología, ha crecido y sigue creciendo a expensas de las aportaciones recibidas de otras ramas del hacer o del saber. Y, sin poner en duda la potencialidad de la propia cerámica, podemos asegurar que gran parte de los avances que han de producirse en este campo durante los años futuros han de ser debidos a aportaciones realizadas desde fuera de él. Con esta clara consciencia, el ceramista de hoy debe, no solamente permitir, sino también estimular la entrada en sus dominios de expertos en otros quehaceres. Debe aumentar el radio de su círculo para dar cabida a un mayor número de colaboradores clasificados como no específicamente cerámicos, y debe también estrechar en im abrazo de bienvenida a todos aquellos que han elegido la cerámica como campo de ejercicio de sus profesiones ajenas.
No se nos ocidta que a los más conservadores va a repugnar la idea de admitir en su club a personas o a profesiones que carecen de tradición en las artes del barro cocido, pero estos temores y recelos se disiparán cuando v/ean que los recién llegados pueden realizar aportaciones importantes al fondo tecnológico de esta industria.
Si hay hombres que saben mirar por el ynicroscopio y habitualmente estudian metales o rocas, nos interesa llamarles ceramistas para que coloquen preparaciones cerámicas en las platinas de sus microscopios. Los expertos en medidas de alta temperatura, o los estudiosos de la termoelectricidad o de la física de radiaciones, también deben recibir nuestra invitación a colaborar en problemas cerámicos. Y lo mismo diríamos del ingeniero mecánico y del experto en electrónica que saben diseñar nuevas máquinas e instrumentos, y del físicoquímico que entiende de equilibrios de fases a temperaturas elevadas, y de tantas otras personas que poseen conocimientos y habilidades útiles para el desarrollo de la cerámica.
El ceramista de hoy, interesado en el engrandecimiento de esta industria, debe olvidar viejos recelos acerca de otras profesiones, y considerar que lo que antes podían ser molestas intromisiones hoy han adquirido el rango de necesarias colaboraciones. La Sociedad Española de Cerámica ha nacido bajo este signo, y su meta no es otra que la de ensanchar su círculo todo lo posible para que quepan en él todas aquellas personas capaces de aportar algo positivo a la cerámica.
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