&Iquest;Hasta DÓNde Llega Nuestro Oficio?


Nuestro oficio —la cerámica— llega ya muy lejos, mucho más lejos de lo que algunos colegas pudieran pensar. Sus fronteras se han extendido sin pausa, y siguen extendiéndose, en busca siempre de nuevos productos, de nuevas calidades, de nuevas aplicaciones. La propia naturaleza de los materiales cerámicos, entendidos éstos en su más amplia acepción, permite llegar donde no llegan los plásticos, ni los metales, ni otros muchos materiales.
Ahora bien^ para esta competición en un frente múltiple, ha habido que revisar el propio contenido y extensión del concepto clásico de la cerámica. Ha habido que descubrir insospechadas propiedades de los productos cerámicos. Ha habido que barajar composiciones de muy diversa índole. Se ha hecho preciso habilitar nuevos procedimientos, nuevas técnicas y nuevos métodos. Si ias materias primas clásicas no poseían la suficiente pureza, ha habido que disponer mejores técnicas de purificación. Si la Naturaleza no ofrecía las materias primas adecuadas, ha habido que sintetizarlas. Y si ha sido necesario utilizar temperaturas más elevadas, se han utilizado, y si las presiones no eran suficientemente altas, se han aumentado. Si ha sido necesario, se han combinado altas presiones y temperaturas elevadas.
Cuando Vemos piezas, en cuya composición no ha intervenido ninguna materia prima natural, ni se ha utilizado agua como vehículo de amasadura ni en ningún momento de su fabricación ha pasado por un estado plástico, sentimos la irresistible tentación de decir: «Eso no es cerámica». Y, sin embargo, son piezas tan cerámicas como lo pueda ser un ladrillo de construcción o un plato de loza.
No nos agrada dar definiciones, porque las definiciones siempre actúan en-jaulando los conceptos. Y aun consiguiendo hacer perfecta la definición, cosa ya de por sí bastante difícil, al evolucionar el concepto, la definición ya no sirve y hay que remendarla.
Pues bien, tal como vemos ahora las cosas, la cerámica abarca todos aquellos productos de formas definidas que se obtienen por consolidación de sustancias pulverulentas, mediante tratamiento térmico. Incluso la metalurgia en polvo, salvando sus propias peculiaridades puede, según esta definición, considerar-se como cerámica.
Sería aleccionador recorrer, aunque fuese a paso rápido, el dilatado contorno de la cerámica actual, y observar el lugar donde ondean las banderas de sus últimas adquisiciones. Allí, sentados en la frontera, podríamos hallar adecuada contestación a la pregunta: ¿Hasta dónde llega nuestro oficio? La cerámica llega hasta donde nosotros queramos llevada. Su potencialidad no se agota.
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