El Alfarero Y El Barro


Cuando se habla del barro hay que hacerlo con modestia y con humildad, porque barro somos nosotros y no nos está permitido hablar de nosotros mismos si no es con modestia y con humildad.
Cuando se mira el barro, hay que ver en él carne reflejada, simplemente carne, porque el alma se mira en otros espejos. Cuando se toca el barro hay que sentir la identidad de la carne y el barro, porque ambos fueron y serán una misma cosa.
El barro se hizo hombre mediante el soplo divino, pero no todo el barro se hizo hombre. Quedó mucho sin hacer.
El barro es nuestro hermano. Sí, es nuestro hermano que aún no ha nacido, y que sigue esperando el soplo de la vida.
Este hermano sin vida, este barro que pasa milenios esperando, es el objeto de vuestro arte. Vosotros lo calentáis con el latido de vuestra vida, lo acariciáis con vuestro pulso, y le dais la forma que habéis soñado para él, Y sobre esas figuras de barro, tristes e inertes, que no tienen alma, sopláis vos-otros para darles un poquito de la vuestra. Sois alfareros porque queréis dar vida a vuestros sueños hechos barro.
El hombre es el barro vivo, y vosotros, alfareros, trabajáis con el barro muerto, con ese barro que por no tener alma no tiene cielo, con ese barro sin cielo que sólo aspira a ser arte. Y vosotros lo hacéis arte.
https://boletinessecv.es/wp-content/uploads/2025/03/20120511111716.z19640303.pdf