De Cara A Europa


Nuestro hermoso idioma español no es un idioma oficial de la Asociación Europea de Cerámica, pero en este año, por primera vez, se han escuchado en la reunión del Comité Directivo de la A. E. C. palabras en idioma extranjero pronunciadas con un inconfundible acento castellano.
Una placa en bronce con el nombre de España grabado en ella, y una bandera de oro y sangre han presidido la mesa de la delegación española en Copenhague.
Los ceramistas españoles, unidos en espíritu a esa humilde delegación, han experimentado la profunda emoción de ver su bandera erguida y alineada junto a las del resto de los países miembros de la Asociación Europea de Cerámica. Aquellos países fundadores de la A. E. C. y los que inmediatamente se unieron a ella, han tendido ahora solemne y públicamente su mano fraternal a los ceramistas españoles. No se trata de un acto oficial más. Ese apretón de manos recibido es la firma y la rúbrica de un formal compromiso de cooperación. Significa una incorporación definitiva de todos los ceramistas españoles a los quehaceres y a los afanes comunes que comparten todos nuestros colegas de Europa.
La delegación española ha hablado con claridad. Por una parte, sus palabras han estado impregnadas de un sincero sentimiento de gratitud hacia la comunidad que ahora nos acoge. Por otra, el nervio, la decisión y la promesa de una leal cooperación a los programas de trabajo de la A. E. C.
Estas promesas hechas por la delegación española, pronunciadas en un idioma extranjero, mientras la mano acariciaba el mástil de la bandera española, no son carga pesada sobre sus espaldas, porque han sido hechas en nombre de todos los ceramistas que integran nuestra Sociedad Española de Cerámica. A todos nos cabe, pues, el privilegio y la responsabilidad de vivir en el seno de esta Asociación Europea.
Es cierto que nuestra Sociedad es la más joven e inexperta de todas las que integran la A. E. C. No lo decimos con rubor, sino con la clara conciencia de lo que tiene de impulso y de esperanza la savia joven. La esencial preocupación de la Sociedad Española de Cerámica ha de ser hoy su propia consolidación y crecimiento. Cuanto más robusta sea, más útil será a sí misma y con más decoro y eficacia podrá cumplir sus responsabilidades europeas.
Hemos recibido la acogida fraternal del resto de las Sociedades que integran la A.E. C, Sus promesas de apoyo y de estímulo son sinceras, porque desean ayudar a la hermana pequeña. Esta actitud debe mover en nosotros una valiente y firme voluntad de crecer, para que en un plazo no lejano alcancemos la madurez que se espera de nosotros. La dulce modorra infantil no puede llevarnos más que al fracaso.
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