Primum Vivere…


Primero vivir y después filosofar. Primero atender a las urgentes, perentorias, necesidades inmediatas, y después lo demás. Después todo lo demás: pensar, proyectar, planear, conocer,, estudiar, observar, interpretar… Primero disponer el equipaje, calzar las botas y llenar la cantimplora, y después, si queda tiempo, consultar el mapa y mirar la brújula. Lo triste de la situación es que nunca queda tiempo. Lo inmediato absorbe, ciega y esclaviza. Si uno espera pacientemente a que llegue una feliz ocasión que le brinde tiempo libre, verá con desilusión que nunca llega. Siempre pasa de largo. Y la rutina, el martilleo diario, lleno siempre de premuras, llegan a modelar una conducta y una forma de ser, que no permiten elevar los ojos al futuro, ni saborear el jugo de las experiencias del pasado, ni casi vivir el presente.
Este mal de la premura, esta opresora tenaza de lo inmediato, puede atacar también a las colectividades, convirtiéndolas en colectividades afanosas que hacen, pero que no saben cómo,, por qué, o para qué lo hacen.
Sin trascender a consideraciones superiores, y ciñéndonos exclusivamente al área de la producción, veremos que tal actitud es causa de nefastas consecuencias.
En la actividad de toda colectividad productora han de participar las fuerzas del pensar y las fuerzas del hacer. Las primeras siempre precediendo a las segundas. Cuando los cuadros de personal se nos muestran esqueléticos y se carga sobre las personas demasiada responsabilidad de realización, demasiada exigencia de tareas apremiantes, los brazos aceleran su ritmo, pero las cabezas se sumergen poco a poco en una neblina imperceptible, pero viscosa. Y se va y se viene por los mismos caminos. Se trillan esos caminos más y más, porque no hay luz que alumbre otros nuevos. ¡Y a ese trillar y trillar se le llama ganar experiencia! Sí, ganar mucha experiencia, ahondando siempre las mismas carrileras.
¡Cuántas empresas anquilosadas se nos muestran, que no progresan porque están demasiado ocupadas haciendo mal las cosas y no tienen tiempo para pensar en nuevos caminos! No tienen tiempo, ni el de abajo ni el de arriba, porque todos han de compartir la urgente, inaplazable tarea de producir. Producir para vender y vender para comer. Y sigue la rueda.
Cuando todo esto ocurre es que el cuadro de personal de la empresa no está completo. Si hay más personal, habrá más tiempo, y si hay más tiempo habrá más sosiego para esa función tan olvidada que es el pensar. No es tirar el dinero, es invertirlo en savia nueva que remoza.
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