Metalurgia Y CerÁMica

No vamos a hacer historia de estas dos antiguas ramas de la tecnología. Y aunque quisiéramos, quizá no sabríamos. Sus orígenes son rnuy remotos y su evolución está cuajada de multitud de acontecimientos. Lo único que quisiéramos resaltar en estas breves líneas es su carácter de ciencias hermanas Son dos ramas de la ciencia y de la técnica que se entrelazan en multitud de oca-siones, que se complementan, que se auxilian mutuamente. Y es frecuente que ambas se encuentren abrazadas en los momentos más difíciles de su vida: en el horno Compañeras de infortunio, compañeras inseparables. Al hablar de metalurgia no hablamos solamente de metales, hablamos también de escorias y de gases y de vapores, con toda la dinámica que esto representa. La cerá-mica, por su parte, tampoco es una inerte arquitectura, una rígida trabazón de materiales inalterables. En la cerámica, a alta temperatura, hay fases vitreas, hay vapores, y hasta las propias fases cristalinas se hallan con frecuencia en trance de reacción o de transformación.
Los procesos metalúrgicos son complicados. Los procesos cerámicos también lo son. Pero las interacciones a alta temperatura entre los sistemas meta-lúrgicos y los cerámicos aún encierran mayor complejidad. Para el estudio de la química de alta temperatura deben sentarse en mesa redonda los metalúrgicos y los ceramistas. Son muchos los problemas que esperan su resolución del esfuerzo conjunto de unos y de otros.
Resulta, quizá, pueril, en esta segunda mitad del siglo veinte, el tratar de señalar la urgente necesidad de una estrecha colaboración entre metalúrgiccs y ceramistas. Ya es bien conocido, pero hay que recordarlo. La relación entre ambas industrias no debe limitarse a una mera relación comercial entre el jefe de compras de la empresa consumidora y el jefe de ventas de la empresa su-ministradora. La relación ha de estrechar en un esfuerzo común a los técnicos y a los científicos de ambas industrias para que aborden en un sólo frente todos los problemas que brotan en el lindero de los metales y de la cerámica. Y han de ser estos científicos y estos técnicos los que compartan el recinto del laboratorio para entregarse a tareas comunes de investigación. Cuando existen intereses comerciales se habla de: »mis refractarios, tus escorias», pero los hombres de ciencia hablan de: «los refractarios, las escorias». Desnudan a los materiales de su etiqueta de origen y los estudian tal como son y no taÍ como los presentan los catálogos en color. Buscan la verdad por la verdad misma. Ya es bien llegada la hora de estimular el estudio básico de los hechos, de desentrañar los problemas que afectan por igual a la cerámica y a la metalurgia, y en esta tarea han de colaborar coordinadamente los científicos y los técnicos de una y otra rama. El aislamiento es terreno abonado para visiones parciales y soluciones cojas.
Nuestra Sociedad Española de Cerámica, en la I Reunión Técnica de su Sección de Refractarios, celebrada en Bilbao entre los días 21 y 23 del pasado marzo, ha tenido ya ocasión de manifestar públicamente a la industria metalúrgica su sinceros deseos de colaboración. Y nuestra mano abierta ha recibido el apretón de su cordial acogida. El tiempo y la buena voluntad harán la demás.
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