Los Castillos

Industrial leaders can no longer insulate themselves from public affairs. They con no longer consider their responsibilities as dealing solely with the profit and loss position of their enterprises.
CRAWFORD H. GREENEWALT
Los dirigentes industriales no pueden por más tiempo seguir aislándose de los quehaceres públicos. No pueden por más tiempo seguir creyendo que sus responsabilidades tienen que ver exclusivamente con el estado de pérdidas y ganancias de sus empresas.
Esto es, más o menos, lo que dice Mr. Greenewalt. Y con decir mucho, quizá lo más importante sea lo que no ha salido a flor de su pluma, lo que ha servido de fuerza motivadora a sus palabras, ¡Cuánto nos gustaría saber lo que bullía en su mente cuando dejaba desbordar estas gotas de mesurada indignación contra los dirigentes industriales que tan miopemente se encastillan en los dominios de sus propias empresas!
Es una pena que el autor de esas palabras haya dejado tanto por decir en una materia que atañe tan de cerca a la sociedad que da cobijo a las empresas industriales, y a las empresas industriales que sirven de puntales a la economía de esa sociedad.
Nos hubiera gustado que Mr. Greenewalt hubiese sido más explícito al referirse a esas responsabilidades que incumben al dirigente industrial —por el hecho de serlo— con respecto al medio social que rodea a su empresa. Estamos seguros de que él habrá visto multitud de vínculos, de lazos de unión, que, por desgracia, ni vinculan ni unen, porque yacen desflecados a causa de la incomprensión y del abandono.
La empresa industrial vive, crece y prospera en el medio en que está asentada. Y si vive gracias al medio y en su propio seno, debe también —en justa reciprocidad— reconocer las múltiples responsabilidades que le afectan con respecto a ese medio. Las relaciones de las empresas industriales con la sociedad que las alberga deben ser motivo de seria meditación por parte de las personas que ejercen poder y gobierno en una o en otra parte, porque en las manos de esas personas se encuentran todos los sutiles resortes que pueden [conducir al equilibrio por el amor o pueden desencadenar la hecatombe por el odio.
En el establecimiento de estas relaciones de convivencia entre dichas empresas y la sociedad en que se asientan, hay que hacer gala, por una y por otra parte, del más refinado espíritu de justicia y de los más nobles sentimientos de generosidad.
Al hablar del medio en que se ubica la empresa industrial lo hacemos en el sentido más amplio posible, porque queremos englobar a los caseríos cercanos, a la aldea próxima, a la provincia y al país entero. Queremos también incluir en este concepto a vecinos, grupos, autoridades y organizaciones. La empresa no puede ignorar a nadie, ni infravalorar la significación de la convivencia humana, cívica y fraternal, máxime cuando de esta convivencia depende en gran medida la estabilidad, el enraizamiento y la prosperidad de la propia empresa.
Allá donde se vive se pone el corazón, y la empresa que decide elevar sus instalaciones en un determinado paisaje ha de estar dispuesta a abrazarlo como adoptivo y a considerarlo como entrañablemente propio. Ha de estar dispuesta a vibrar acorde con el corazón y los sentimientos de sus gentes, y a fundir su quehacer con el de ellas para hacer historia conjuntamente.
Las empresas que no sepan captar estas sencillas verdades y que, en consecuencia, ignoren su papel con respecto al medio, no tardarán en ver con tristeza como el propio medio reacciona de un modo puramente fisiológico contra lo que considera extraño a su ser. La sabia acción de los organismos vivos contra la intrusión de objetos extraños puede ser la clave de la curiosa lección que queremos ofrecer en estas líneas.
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