ActualizaciÓN Profesional

Hoy queremos poner sobre el tapete un importante tema de meditación para todos aquellos que ejercen funciones de responsabilidad en la industria cerámica. Y decimos todos, porque queremos hacer partícipes de esta meditación a los que laboran en todas las especialidades: técnica, científica, artística, económica, administrativa, etc. El planteamiento del tema es sencillo. El vertiginoso crecimiento del, saber humano hace que nuestros propios conocimientos vayan quedando rápidamente anticuados, si no realizamos un esfuerzo sistemático y consciente de continua adaptación. A este respecto decía un gran hombre de empresa que el ingeniero, al terminar sus estudios académicos, debería acelerar —y no decelerar— su adquisición de conocimientos. Esta aguda observación es aplicable, no solamente al ingeniero, sino a cualquier otro especialista.
El problema que se nos plantea tiene una doble vertiente. Por una parte, el especialista debe refrescar de vez en cuando los conocimientos básicos que adquirió en su época de estudiante, que se van olvidando o que, con mentalidad juvenil, nunca llegaron a asimilarse adecuadamente. Por otra parte, debe adquirir todos aquellos conocimientos propios de su especialidad, o afines a ella, que han brotado o se han desarrollado desde el día en que abandonó las aulas.
Los títulos o diplomas, que tan dignamente penden de nuestras paredes, van amarilleando con el tiempo, y los conocimientos que para obtenerlos se acreditaron, van esfumándose poco a poco y van quedando en la neblina del pasado. Algunos de esos conocimientos han tenido o tienen poca significación para el posterior ejercicio profesional, pero otros, en cambio, son importantes y dejamos con indolencia que los cubran las telarañas. Tenemos la seguridad de que muchos de los problemas profesionales que se nos antojan difíciles y complicados se allanarían si tuviésemos el tesón de enfrentarnos seriamente con aquellos libros de texto, de heroica memoria, que aún conservamos en algún rincón perdido de la biblioteca. Conviene recordar a este respecto que nuestra mentalidad ha cambiado mucho desde que trocamos la vida académica por la profesional, y que la madurez alcanzada en largos años de ejercicio y de brega nos permite ahora dar una nueva dimensión y un más rico significado a lo que en la época estudiantil no pasó de ser un atropellado trámite. Muchos de aquellos principios básicos que aprendimos con esfuerzo, y que practicamos entonces por puras razones gimnásticas, ya no han merecido nuestra atención desde el día mismo en que abandonamos las aulas. Si ahora, con una menta-lidad madura, reconsiderásemos aquellos principios, y meditásemos sobre sus múltiples derivaciones, conexiones y consecuencias, estamos seguros de que hallaríamos una fuente inagotable de inspiración que nos llevaría a conseguir frutos valiosos. No debemos, de ninguna manera, establecer una división neta entre los conocimientos que nos sirvieron para ganar un título y los que nos sirven para ganar el pan. Unos y otros son una misma cosa, porque la verdad es única aunque se muestre con facetas múltiples. Los problemas que apare-cían como apéndice en los libros de texto pueden ser, en esencia, análogos a los que nos brinda ahora el ejercicio profesional.
En cuanto al segundo aspecto que tratamos, es decir, el de la continuada actualización de los conocimientos al ritmo a que se van produciendo, exige una sabia prudencia discriminadora y una consciente renuncia a abarcar campos demasiado amplios del saber. Los millares de centros e instituciones culturales esparcidos por todo el mundo están vomitando continuamente oleadas de papel impreso. Por otra parte, las actividades de tipo cultural, como asambleas, congresos, reuniones de comisiones especializadas, viajes de estudios, etcétera, se van multiplicando de manera increíble. Por estas obvias razones, se impone utilizar al máximo todos aquellos medios que contribuyan a la organización, clasificación y síntesis de esta avalancha de nuevas aportaciones.
La persona que tiene a su cargo importantes responsabilidades en la industria no dispone, por lo general, de mucho tiempo para dedicar al estudio de esta abundante información, y requiere que, en lo posible, se le ayude a seleccionar y a sintetizar.
En el espíritu de la Sociedad Española de Cerámica está claramente dibujada esta idea. Desde el momento de su fundación se vio que la función informativa, oral y escrita, en sus matices de exposición de nuevos conocimientos y de síntesis de los existentes, habría de constituir le médula de su actividad. Por esta razón, la Sociedad Española de Cerámica ha volcado y sigue volcando todo el peso del talento de sus miembros, y el de sus modestas disponibilidades presupuestarias, a la organización de ciclos de conferencias y a la recopilación e impresión de la documentación cerámica más significativa. No se nos oculta, sin embargo, lo mucho que deben perfeccionarse aún estos medios de información, pero el camino está ya trazado.
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