De todos es conocido que cuando un estudiante finaliza sus estudios en la universidad, aparece la pregunta: ¿y ahora qué? Ese «¿y ahora qué? toma los más variados caminos bus-cando, en el mejor de los casos, una salida concreta en la enseñanza, la industria o la investigación. Esta última posibilidad es una de las opciones más interesantes a la que aspiran la mayoría de los licenciados o técnicos interesados en trabajar en el apasionante mundo de la ciencia. Sin embargo la realidad es otra muy distinta.
En nuestro país, no se puede decir que la empresa privada sea un núcleo absorbente de profesionales en el campo de la investigación, a pesar de que algunas de ellas dedican un esfuerzo importante a la I+D. En general las empresas forman personal en actividades muy concretas relacionadas con sus áreas de trabajo y los centros de investigación públicos son los que se encargan principalmente de la formación del personal investigador. El perfil tipo de estos futuros investigadores es el de una persona joven con inquietudes hacia los nuevos temas que se plantean en la comunidad científica internacional y con una componente importante de altruismo. Existen dos posibilidades para realizar un trabajo remunerado dentro del campo de la investigación: como becario de formación por medio de las becas que ofrece el Ministerio de Educación y Ciencia o mediante un contrato de investi-gación con entidades públicas lo cual en contadas ocasiones puede cristalizar en un futuro puesto de trabajo. Una tercera vía es la de realizar el trabajo de investigación y sin remune-ración alguna bajo la dirección de un investigador.
Las condiciones en las que se encuentra el personal becario con beca o contrato son bastante atípicas, dada la precariedad del puesto de trabajo y el incierto futuro a medio y largo plazo que se plantea en los centros de investigación. Esta ambigüedad en su consideración profesional (estudiante o trabajador), inestabilidad laboral y futuro incierto no se da en pro-fesionales de igual categoría en otros sectores (como son los MIR, FIR y QIR en la sanidad pública).
Una de las inversiones más rentables para cualquier país es la que se realiza en investigación y desarrollo. De este modo es posible competir por un puesto relevante entre las naciones avanzadas. Esto supone considerar al investigador desde el principio como un trabajador que ya ha decidido cual será su camino profesional y no como estudiante, ni como un universitario que «no ha encontrado otra cosa». Es necesario que desde todos los niveles de la sociedad, y especialmente desde la administración pública, se potencie la formación de este personal en el marco de una adecuada política científica, y que este potencial humano, una vez formado, puede integrarse en los distintos centros, públicos y privados, donde se desarrolla la I+D en nuestro país.
El Boletín de la SECV y su comité de redacción con los medios a su alcance y a través de su sección FORO JOVEN, se propone servir como vehículo de información y de comunicación de los jóvenes con inquietudes e interés dentro del campo de la cerámica y el vidrio. Esperamos que esta sección tenga una buena acogida y pueda servir de semilla para que este colectivo se sienta, ahora y en el futuro, parte integrante del colectivo dedicado a la investigación, producción y desarrollo de los materiales y vidrios.
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